Hace 15 años que Álex de la Iglesia dirigió La Comunidad,
thriller cómico con una inmensa Carmen Maura y un elenco de secundarios envidiable.
Su gran obra (casi) maestra nos dejó una serie de secuencias que ya forman
parte de la historia reciente de nuestro cine y que constituye el centro de una
filmografía desigual, llena de resbalones de los que siempre ha conseguido
levantarse airoso. La penúltima caída la sufrió hace cuatro años con “La chispa
de la vida”, claustrofóbica comedia negra con el insufrible José Mota que cayó
en el olvido tan pronto como pasó la temporada de premios. La última caída a
los infiernos más profundos del séptimo arte acaba de sufrirla tras el estreno
de “Mi gran noche”.
La película coprotagonizada por Raphael es, sin duda, la
gran mancha negra de su filmografía. El conjunto de historias que pretende
contarnos resulta un caos, un sinsentido, un enredo de tramas sin gracia ni
interés para el pobre espectador que pretendía divertirse como lo hizo con su
última película, “Las brujas de Zugarramurdi”. Lo que pretendía convertirse en
una especie de homenaje kitsch a Raphael resulta un bodrio mal contado, mal
montado y tan artificial como los especiales de Nochevieja con los que las
televisiones nos castigan cada comienzo de año. Con fallos de racord que harían
llorar al mismísimo Griffith, la película se desquebraja en cada secuencia de
la misma manera que el programa que intentan grabar. Si algo tuviese que salvar
de la quema serían las interpretaciones, medianamente aceptables y donde hasta
Mario Casas consigue por primera vez que no me sangren los ojos cada vez que
sale en pantalla.
Veo en “Mi gran noche” a un director desorientado, quizás pensando
más en la taquilla que en la calidad. Si lo que quería era homenajear a Raphael
le recomendaría que dirigiese su especial de Nochebuena en TVE: tiene los
medios, tiene el talento y seguro que el resultado sería más que aceptable. A
pesar de esta catástrofe hecha película guardo la esperanza de que Álex se
vuelva a levantar de este resbalón y nos vuelva a regalar alguna nueva obra
maestra que seguro tiene guardada en un cajón.
Al menos sale Terele, y eso siempre es una alegría. |
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