jueves, 21 de marzo de 2013

Despegue forzoso (Los amantes pasajeros)



     No te puedes ir una noche de fiesta con Pe, darlo todo, morir de resaca y al día siguiente intentar escribir un guión decente. Hay cosas en esta vida que son incompatibles. “Los amantes pasajeros” bien podría ser el resultado de una tarde de hastío dominical, uno de esos días en los que no apetece coger el bolígrafo y en lo que lo mejor que se puede hacer es tumbarse en el sofá y ver una película.
Viendo el nuevo trabajo de Pedro Almodóvar una pregunta revolotea por mi cabeza, ¿Dónde está el director de obras maestras como “Hable con ella”, “Volver” o “Mujeres al borde de un ataque de nervios”?

     Comenzando por el ridículo cameo de Pe y Banderas, siguiendo por las forzadas interpretaciones de los tres azafatos protagonistas y acabando con un final que te deja con la sensación de haber visto una película dirigida por Ozores, todo en “Los amantes pasajeros” resulta artificial, falso, tan postizo como la peluca de Cecilia Roth o la pluma de Carlos Areces.
No se puede intentar hacer una comedia de los ochenta en el año 2013. Porque afortunadamente, Almodóvar ya no es aquel chico de la Mancha que grabó su primera película durante un año y medio con cuatro amigos y ganas de romper moldes. Almodóvar ahora es uno de los mejores directores del mundo y no puede permitirse cometer errores como este.  Nos cuenta historias personales de los pasajeros que sobran, que no aportan nada más que llenar minutos de metraje a un bodrio que ojalá tan solo haya sido producto de mi imaginación. Por no encajar, no encaja ni la música de Alberto Iglesias. Con los grandes éxitos nacionales del petardeo hubiese sido más que suficiente… Un poquito de Rafaella, otro poco de Tino Casal y una pizca de Fangoria y le hubiese ahorrado el trauma a Iglesias de poner música a este pastiche de maricas locas, drogadictas y alcohólicas. Porque sí, durante toda la película los personajes homosexuales se nombran en femenino, en plan chiste de Arévalo. 
Carlos Areces, haciendo el mamarracho ante la mirada de la pobre Cecilia Roth que está pensando ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

      Que conste que Almodóvar es mi director favorito, que lo adoro y lo tengo en un altar, junto a Trueba, Médem o Woody Allen. Por eso os animo a todos a que vayáis al cine. Porque quizás la culpa sea mía que tengo un humor difícil, o que prefiero los espléndidos pequeños toques de humor de todas sus películas (“Chicas y maletas” o el monólogo de la Agrado, por decir solo dos), o que con una promoción tan agresiva como la que se ha llevado a cabo mis expectativas eran mucho más altas, o que mi mente estaba entusiasmada con la siempre llamativa e impecable fotografía y no me fijé en nada más… Confiemos en que tan solo haya sido el resultado de una mala noche y esperemos que su siguiente película pueda incluirse dentro de su larga lista de obras maestras.