Volvemos al tema que tanto le ha gustado al cine español
durante años: la Guerra Civil. Muchos pensarán al leer el título que es una
película más sobre la contienda, donde los malos fascistas son muy malos y los
republicanos son las víctimas, muy buenos e inocentes, tal y como suele ser
común en la casi totalidad de las películas sobre el tema de las últimas
décadas. Pero si algo se agradece de “Gernika”, presentada en el Festival de
Cine de Málaga, es que aquí el tema político pasa un segundo plano para
centrarse en la historia de la oficina de prensa republicana en el País Vasco.
Protagonizada por una siempre comedida y limitada María
Valverde, “Gernika” nos enseña que en una guerra fraticida todos los bandos
tienen su punto oscuro, violento y radical. Que todos están dispuestos a matar
a quien haga falta con tal de defender sus intereses y que nadie está a salvo
de las balas y las bombas.
Por medio de unos costosos efectos especiales (no del todo bien
realizados) y una carísima producción, Koldo Serra se arriesga a tratar un tema
que nadie hasta el momento había tratado, como es el bombardeo, hace justo 79
años, de la población de Gernika, símbolo del terror de la Guerra Civil y
considerado el primer bombardeo a la población civil de la Historia. Pero
aunque tanto el tema como la forma de tratarlo sean interesantes, la película
desborda aroma a superproducción pensada con el único afán de hacer una buena
taquilla, introduciendo una historia de amor con beso bajo la lluvia incluido
que la destruye por completo convirtiéndola en un producto más que ya hemos
visto demasiadas veces.
Aunque absolutamente americanizada, hay que valorar la
valentía de su director en tratar un tema inédito en nuestro cine, con unos
últimos veinte minutos aterradores que explican perfectamente por qué Gernika
se ha convertido en un icono antibélico internacional.