Lo primero que debo aclarar es que mi relación con las comedias es muy complicada. Debo ser de carcajada difícil, pero no me suelen gustar, podría afirmar que es uno de los géneros que más pereza me dan... Cuanto más "graciosa" es una película, cuanto más me dice alguien que ha estado dos horas llorando de risa, menos me río yo. No recuerdo cuando fue la última vez que me reí con una comedia... Porque pueden divertirme, puedo pasarlo bien, incluso puedo sonreirme con algún gag gracioso, pero de ahí a la carcajada hay un camino intransitable. Pues bien, "Ocho apellidos vascos" es un ejemplo más de comedia nada graciosa. Me he sentido un bicho raro, todo el mundo reía, gritaba e incluso aplaudía en los momentazos. Yo miraba el reloj y contaba los minutos que faltaban para salir. Lo mismo que me pasó hace poco con "Tres bodas de más" o "La gran familia española". Está claro que prefiero una buen drama con algún toque cómico que una comedia pura y dura.
Dicho esto recomiendo la película a todos aquellos a los que os gusten las series cómicas españolas. Es como un capítulo de "Aída" o "Con el culo al aire" pero con quince minutos más de duración y con la exitosa fórmula del chiste-carcajada-chiste-carcajada. Gags continuos, un topicazo detrás de otro y tratamiento cómico de un tema tan delicado como la Kale Borroka para el que todavía no estamos preparados para reirnos. Porque no nos engañemos... Martínez-Lázaro no es Berlanga: desgraciadamente no tiene el don magistral que tenía este último para tratar temas como la pena de muerte o la Guerra Civil con comicidad...
Pero a pesar de todo, "Ocho apellidos vascos" se ha convertido en el mejor estreno en cines desde "Lo imposible". ¿Cuál es la fórmula de este exitazo? Pues si lo supiese no creo que estuviese ahora mismo escribiendo desde mi portátil de seis años y buscando trabajo en Infojobs... Supongo que darle el papel protagonista al cómico televisivo del momento (Dani Rovira) ayuda bastante. A esto le añadiría la potente campaña de promoción y la realización de una película que no obliga al espectador a pensar y cuyo único objetivo es evadirle de los múltiples problemas de su día a día.
Con un guión más que previsible y unas interpretaciones correctas, me quedo sobre todo con la fotografía y los bonitos paisajes vasco-andaluces que nos regala (propios de una campaña de promoción turística). Aún así, ojalá se repitan más éxitos españoles como estos que por fin parecen acercar un poquito más al gran público con nuestro maltratado cine español.
A Clara Lago la sigo viendo como a una niña demasiado joven para vestirse de novia. |