Una pelicula donde Mario Casas no aparece sin camiseta ya es un logro. Si a eso le unes una fotografía impecable y unas localizaciones sobrecogedoras se forma una película más que aceptable a pesar de la tímida acogida de crítica y público. Quizá porque en ningún momento te crees la "intensa" interpretación de su protagonista (y eso que probablemente sea su mejor papel junto al de "El bar" de Alex de la Iglesia), o quizá porque la primera mitad de la película resulta tan pesada, lenta y con un guión tan sobrio y escaso que lo más probable es que desconectes a los quince minutos; o quizá por algunos errores de vestuario (no se entiende como el personaje de Mario Casas va siempre cubierto de pieles mientras que a su pobre mujer le basta con un mantoncito de punto...).
Pero afortunadamente la ópera prima de Samu Fuentes ve la luz cuando aparece el personaje magistralmente interpretado por Irene Escolar. A partir de ese momento empieza a interesarte una historia donde el sonido y los silencios pasan a ser un personaje más de la cinta (apuesta del Goya al mejor sonido). Por tanto una película apta para personas a las que les guste disfrutar de los paisajes pirenaicos, que admiren esos maravillosos cuadros del barroco Georges de La Tour iluminados tan solo por las velas o que simplemente les apetezca relajarse con una película protagonizada por uno de nuestros actores de moda.
Nota Nosologoyas: 6'5/10
